Si bien la cantidad de operaciones de compraventa sigue en un volumen reducido con relación al año anterior, momento de crisis internacional, hoy, cuando las expectativas y el ánimo de los inversores comienzan a recobrarse, vale la pena hacer un mínimo balance de lo sucedido.
Un año atrás, el nivel de actividad de compraventas sufrió un giro abrupto. Luego de 5 años en donde, mes a mes, la evolución había sido siempre positiva, la cosa cambió, las expectativas sufrieron un vuelco. La incertidumbre acerca del nivel de impacto de la crisis internacional dentro de nuestras fronteras, la volatilidad del mercado bursátil y la progresiva devaluación del peso, entre otras cuestiones, retuvieron la hasta entonces fluida afluencia del ahorro privado hacia la inversión inmobiliaria.
El nivel de actividad de compraventas sufrió una importante caída, sobre todo a lo largo del primer semestre, donde además impactó el clima político de las elecciones parlamentarias. Esta desaceleración, que superaba el 30 %, hacía prever desde un análisis ortodoxo, una corrección hacia la baja de los precios con el fin de lograr un equilibrio en un número mayor de operaciones. Sin embargo, y a contramano de lo que la ortodoxia económica explicaría como razonable en el funcionamiento de los mercados, la baja de valores no se dio, o al menos en forma generalizada, y cuando sí lo hizo no fue mas allá de una corrección en sobre valuaciones (práctica habitual en mercados en alza) o devino en una reducción marginal de precios de lista para algunas unidades en un número muy acotado de edificios a estrenar o de emprendimientos en construcción.
Ahora, cuando las expectativas nuevamente dan un vuelco a partir de datos positivos acerca de cierta recuperación en las principales economías mundiales -a pesar de ciertos remezones como la crisis dubaiti- y de comprobar que el impacto de la crisis internacional no fue tan duro como el esperado; el ánimo de los inversores parece dar nuevamente un giro el cual provocará, en coincidencia con un renovado crecimiento de la economía general para el año venidero, una mejora en el real estate nacional, aunque lo hará desde un nuevo punto de partida donde primará la racionalidad, selectividad y la confianza que se haya sabido sembrar.
Si alguna lección provechosa puede obtenerse de lo sucedido en el mercado inmobiliario, pero también a través de lo acontecido a raíz de como devino la crisis internacional, es que no existe axioma, receta, diagnóstico o solución que sea aplicable de forma permanente y que no merezca al menos ser cuestionada para juzgar su aplicabilidad en cada momento y lugar.
Se abre un nuevo capítulo del “caso argentino” en materia inmobiliaria, en donde la salida más saludable será aprender de su particular y propia dinámica sin tratar de imponer esquemas de análisis que corresponden a otros mercados inmobiliarios con sus propias idiosincrasias o que se corresponden con el funcionamiento de mercados de productos.
Fuente: Reporte Inmobiliario
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